Los nuevos pasajeros del Golden Shark se arremolinan en el muelle de Mogán. Están a punto de subir a bordo y en el ambiente se respira cierto nerviosismo. Tienen referencias previas sobre este viaje submarino, pero desconocen la dimensión real de lo que se van a encontrar. Pese a ello, en sus rostros se observa cierto aire de ilusión: el deseo de experimentar una aventura real, única e irrepetible, supera con creces cualquier atisbo de temor.
Subimos a bordo. El submarino se mece plácidamente en las aguas del Atlántico, como una barca de paseo en un gran lago. Varios pasajeros comienzan a sentir como su ritmo cardiaco se acelera un poco más de lo habitual, fruto de la adrenalina, pero no hay por qué preocuparse. La nave está en manos de una tripulación muy experimentada, que conoce perfectamente la zona de inmersión.
Nos sumergimos. El descenso es muy suave y el interior del submarino invita al relax y a sentirse cómodo en sus anatómicos asientos individuales, al tiempo que los ‘ojos de buey’, a modo de gran ventanal, invitan a observar el fondo marino, ahora más rebosante de vida que nunca. Multitud de especies de fauna y flora invaden de nuevo la zona de navegación, gracias a varios arrecifes artificiales que simulan antiguas ruinas como las de la Grecia clásica y cuyo conjunto de piezas se ha dado en llamar «Atlántida», en alusión a la mítica isla narrada en sus escritos por el célebre filósofo griego Platón.
Esta maravilla natural que se presenta ante nuestros ojos no es fruto de la casualidad, sino el resultado de la regeneración de esta parte del fondo marino; un área de 3.000 metros cuadrados localizado en el entorno del dique de abrigo de Puerto de Mogán y cuyo proyecto ha sido impulsado por la empresa Atlántida Submarine, propietaria del Golden Shark.
Un paseo de 150 metros de largo, a unos 20-25 metros de profundidad, te permitirá experimentar uno de los momentos más emocionantes de tu vida y, al mismo tiempo, reconciliarte con la Naturaleza al comprobar que, esta vez sí, la mano del hombre ha sido decisiva para devolver a su estado primigenio un fondo marino antaño deteriorado por la acción humana.
Unos 40 minutos después de partir del muelle, emergemos. Y la salida del submarino a la superficie supone una nueva experiencia en sí misma que, al igual que el resto de los momentos vividos, quedará para siempre en tu memoria y querrás contar a familiares y amigos en cuanto tengas la ocasión.
Pero, ¡no dejes que te lo cuenten! ¡Vive la aventura y experimenta tú mismo este viaje inolvidable, lleno de emociones y sensaciones! ¡Te esperamos!